Fuera de la Caja

La necedad cuesta

Mientras en otros países los gobiernos buscan cómo impedir que la caída de la economía sea demasiado fuerte, nosotros seguimos sin ninguna medida especial.

Macario Schettino

Fuera de la Caja

En Estados Unidos, las ventas al menudeo durante el mes de marzo cayeron -8.7 por ciento contra el mismo mes del año anterior. No hay una caída similar en los casi treinta años en que se mide este indicador. La producción industrial, en ese mismo mes, tuvo un retroceso de -5.5 por ciento, también comparando con marzo de 2019. En este indicador sí hay caídas similares: en la recesión de 1975, en la de 1982 y en la Gran Recesión, por mencionar las más cercanas.

Esto debería servir de señal del tamaño de la crisis económica que se viene. Aunque hubo declaraciones de emergencia en los estados más importantes económicamente, como Nueva York o California, desde la segunda semana de marzo, la mayor parte de Estados Unidos no tuvo órdenes de distanciamiento o cuarentena por prácticamente todo el mes. Aún así, la caída de la economía es considerable, especialmente en los servicios que, como decíamos, no habían presentado ese tipo de contracción en al menos 30 años.

En México no tenemos información de ninguna de esas dos actividades. Ni la ANTAD ni Walmart han reportado el comportamiento de sus ventas en marzo, hasta el momento de escribir esto, ni mucho menos tenemos la actividad industrial de ese mes, que conoceremos dentro de un mes. Es muy probable que veamos números parecidos, pero todo indica que no veremos respuestas de gobierno equiparables a las del país vecino, o de los países europeos, o de otros latinoamericanos.

Parece que somos los únicos que estamos eligiendo un camino diferente. Mientras en otros países los gobiernos buscan cómo impedir que la caída de la economía sea demasiado fuerte, nosotros seguimos sin ninguna medida especial. Tal vez es un poco como con el virus, frente al cual no tomamos medidas preventivas, sino seguimiento de casos importados, y no muy estrecho (eso es exactamente el llamado 'modelo centinela'). En el caso sanitario, no parece que hayamos tenido mucho éxito. En el económico, tendremos menos.

Eso es justamente lo que están considerando las calificadoras. Fitch decidió reducir la calificación de la deuda soberana de México al nivel más bajo del grado de inversión. Aunque indicó que la perspectiva es estable, en eso no hay cambio. Ya era estable, y aún así nos bajaron la calificación. Lo que estas empresas evalúan es la capacidad de pago del país en el futuro, y eso depende de las finanzas públicas. Si la economía se contrae mucho, la recaudación caerá todavía más rápido, pero los gastos del gobierno no, provocando un déficit.

Es curioso, pero podría ser menos riesgoso en este momento contratar deuda, aminorando la caída, que no hacerlo. Permítame ilustrarlo con un ejemplo.

Si el gobierno mexicano hoy se endeuda por 5 por ciento del PIB, dedicando tres puntos a posponer pago de impuestos y contribuciones de seguridad social, y dos puntos a transferencias directas, las empresas podrían mantener a su planta laboral, y los informales podrían vivir sin necesidad de salir a las calles. La epidemia se controlaría mejor, y la actividad podría regresar en dos meses más. Entonces, los tres puntos dedicados a posponer impuestos se podrían recuperar, cobrando en doce mensualidades, de forma que la deuda neta sólo crecería dos puntos del PIB. La caída de la economía sería de apenas 6 o 7 por ciento, con potencial de recuperarse casi por completo en 2021. Si no se hace nada, la caída puede alcanzar -12 por ciento, como ya habíamos comentado, y nada más con eso, la deuda crecerá en 6 puntos del PIB.

En suma, contratar deuda hoy, dirigiendo esos recursos a reducir la caída, nos coloca en una mejor posición financiera en doce meses. Al no hacerlo, provocamos la pérdida de calificación. La rigidez es lo que mata.

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